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06-10-1946

El problema indígena y colonización

La dinámica gestión del actual Ministro de Tierras y Colonización, hijo de nuestra provincia, ha puesto de actualidad el problema indígena y ha hecho renacer esperanzas para una resolución que satisfaga aspiraciones bien definidas de Cautín en relación con su desarrollo económico y progreso general.
Y estas aspiraciones, que ya no son nuevas, están íntimamente entrelazadas con la posibilidad de conceder a nuestra zona un impulso eficaz decisivo, en relación con el aprovechamiento de sus riquezas del agro, las únicas en que puede cimentar rubros de prosperidad efectiva.
El pensamiento de este Secretario de Estado coincide en muchos puntos fundamentales con la opinión más sana y realista de los hombres de esta parte del país, quienes por el hecho de palpar en carne propia la gravedad de su propio problema, saben mejor que los círculos centralistas que es lo que conviene realizar, qué política es la que cabe seguir para que sus efectos sean permanentes, definitivos dentro del afán de crear mejores condiciones de vida, mejores bases de prosperidad colectiva.
Este diario en más de una oportunidad ha ilustrado a la opinión regional y llamado la atención de todo el país, especialmente de sus esferas dirigentes, acerca de la necesidad que hay de buscar una ecuación que resuelva el problema indígena de una manera integrada y para siempre. El sistema de los llamados “cinturones suicidas” a que nos ha llevado la legislación vigente, en muchos de sus aspectos, desde que se materializó la colonización nacional de la frontera, se presenta hoy como asfixiando las posibilidades de un desarrollo progresivo de nuestra economía.
Y debe advertirse que las reducciones indígenas establecidas alrededor de ciudades y pueblos de la antigua Araucanía, junto con restar energías para un surgimiento normal y para un aprovechamiento intensivo de la tierra, ha venido encerrando como en un zapato chino a los propios descendientes de la raza aborigen quienes no disponen ya de un espacio material para obtener del suelo lo más elemental para sus necesidades de subsistencia.
No obstante, los legisladores y el ejecutivo, se han empecinado en mantener la institución del régimen tradicional que a estas alturas del tiempo de nuestra civilización, constituye un obstáculo, una muralla asfixiante para los propios indígenas a quienes se pretende atender y para el resto de los ciudadanos, cuyo esfuerzo y espíritu de progreso ven coartadas sus iniciativas.
Tiempo es ya que el Gobierno realice una reforma substancial que en líneas generales ha delineado el Ministerio de Tierras, para esa anticuada población, acaso oportuna en otra época, en una etapa ya superada de nuestro desenvolvimiento social y económico. La colonización de la tierra sobre la base de unidades económicas, esto es que se de espacio vital a cada familia aparte de la concesión de un apoyo estatal técnico y financiero adecuado, para estos indígenas o no, es por toda la mejor política que debe seguirse en nuestro tiempo. Los hombres que no alcancen a disfrutar este beneficio nacional en su justo derecho a la vida en los campos de La Frontera, deben ser radicados donde el país dispone de territorio amplio e inexplorado edmedicom.com. Allí, y sin restarle el apoyo que el Estado tiene obligación de brindarles, puede perfectamente sentar las bases de un horizonte más amplio para su destino individual y para el de la nación. Tal vez parezca revolucionario la solución del problema, sin embargo, mirado el caso con un criterio inteligente y patriótico, ajeno a sentimentalismos artificiales más que reales, es que los estadistas o legisladores de convenir en que el camino razonable que podría emprenderse para los de cimientos de un poblamiento en esta parte del país ya caracterizada como importante por la cuantía de riquezas naturales, y de sus elevados rubros de cierto florecimiento cul (…)*
* Incompleta en la fotocopia

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