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20-07-1934

Los caciques Coñuepan, hombres de paz

En la generación araucana de la segunda mitad de siglo XVI florecieron los toquis, triunfadores de las armas castellanas de la época de la Conquista. La generación que precedió a los toquis invencibles la de los jefes que siguieron la lucha bajo la doble acción extranjera de represión y de evangelización, cuando los Gobernadores españoles de la Colonia creyeron que ensayando otros sistemas podían sujetar a su dominación los destinos de la raza invicta.
De ahí derivaron los caciques grandes señores de paz cuando hablaba a ellos la voz evangélica, pero enteramente guerreros cuando por sobre esa voz se alzaba el llamado guerrero.
Lemunahuel fue uno de esos firmes araucanos de alta prosapia moral, que no rehusaba ni los halagos de la paz ni los horrores de la guerra. Extendía su señorío en toda la cuenca tortuosa del río Chol Chol, en la comarca de Repocura, donde los gobernadores españoles tuvieron un fuerte y una misión cuyos cimientos son todavía en nuestro siglo el monumento que los testimonia.
Lemunahuel es el primer varón de una casta de caciques de paz: los Coñuepangue, Coñuepang o Coñuepan.
Los Coñuepan tiene un doble entroncamiento familiar: “Pangue” y “nahuel”, tigre y León, Lemunahuel, monte de tigre; Coñuepan, entrada de león.
Era hijo de Lemunahuel, el Cacique Venancio Coñuepan, que actuó en las luchas de la Independencia de la República, figurando desde 1818 como cacique abajino patriota en lucha contra los caciques arribanos realistas.
La Junta de Gobierno de 1823, que asumió el poder a la caída de O´Higgins e integrada por Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante, Fernando Errazuriz y Mariano Egaña como secretario confirió a Venancio Coñuepan el grado de sargento mayor “atendiendo a sus méritos y servicios”. Conste este nombramiento del siguiente certificado expedido dos años después del establecimiento de la línea de fronteras del Cautín:
“Certifico que a Fs. 191 del libro de título N°23 se encuentra anotado el decreto supremo que sigue:
“La excelentísima Junta Gubernativa atendiendo a los meritos y servicios del cacique don Venancio Coñuepan ha venido en conferir el Grado de Sargento Mayor con el sueldo de veinticinco pesos mensuales que deberá gozar desde la fecha concediéndole las gracias, etc.
“Dado en Santiago de Chile a 19 de febrero de 1823.- Agustín Eyzaguirre, José Infante, Fernando Errazuriz, Bartolomé Mujica pro-secretario.- S. Tomo en 19 de hecho.- Santiago, Julio 1° de 1823.- (Fdo.) José Santos Ortúzar”.
Ayudado primeramente por Ramón Freire y enseguida por Manuel Bulnes, peleó contra los arribanos en Nacimiento, Conun-Huenu y otros puntos de la Araucanía, en aquellas incursiones del segundo cuarto de siglo del XIX.
Conun-Huenu, la “puerta del cielo” son los cerros que hoy yerguen sus altas faldas solitarias al sureste de Temuco, y eran como el Olimpo de la raza. En su cumbre oficiaba Curihuentru y los sacerdotes maquehueches, contra los cuales muchas veces se enseñorearon las matanzas y las degollaciones del siglo XVIII.
A fin de desatar las iras de Pillan sobre los enemigos, los arribanos subían las laderas sagradas y elevaban sus rogativas para que la lluvia mojase los cañones de los invasores.
Pero estos eran irreverentes con la fe del pueblo bárbaro y llegaban hasta los pies de Conun-Huenu pretendiendo tomarse por asalto aquellos sitios sagrados. Entonces los arribanos se parapetaban en la cumbre, y ataban troncos de árboles con gruesos “boques” de la selva araucana. Y la selva resonaba en ecos de venganza cuando las hachas cortaran esas ligaduras y los troncos precipitaban sus moles falta abajo, haciendo el estrago en las tribus abajinas y republicanas de Coñuepan, Freire y Bulnes.
El hijo de aquel cacique, llamado igualmente Venancio Coñuepan, tuvo también sus lanzas del lado del Gobierno de la República. Este Venancio era Cacique general y residía en su heredad de Pihuchen, entre Chol Chol y Galvarino. Fue casado con doña Bartola Zalazar, cautiva de Chillan, descendiente quizá de aquel ambicioso maestro de campo don José de Salazar, pariente de la mujer del Gobernador Antonio de Acuña y Cabrera, que hizo en gran escala la compraventa de aborígenes entre los indios cuncos y que por ese motivo hizo muchas incursiones al corazón de “la tierra”.
Bartola Salazar fue raptada en su niñez y había sido criada por Venancio viejo para casarla con su heredero.
Coñuepan, el Cacique General fue siempre partidario de que los araucanos depusieran sus armas. Así había abogado en los parlamentos de Angol, Puren y Lumaco, donde sucesivamente obtuvo del general Cornelio Saavedra, del General Pinto y del coronel Gregorio Urrutia la promesa de que no se fundaría pueblo en sus dominios.
El ejército del sur contó así siempre con la ayuda de las lanzas de este Coñuepan. El último de los jefes nombrados le guardaba deferente consideración https://apotheke-zag.de/. Hemos tenido a la vista un retrato suyo con esta dedicatoria:
“En señal de amistad a mi amigo el Cacique Dn. Venancio Coñuepan.- Lebu, Abril 1° 1869.- G. Urrutia”.
En el establecimiento de línea de fronteras tuvo este cacique actuación preponderante.
Si la causa remota del avance de fronteras fue el deseo de incorporar el Territorio de Colonización de Angol a la vida nacional, la causa inmediata de la fundación de la línea de frontera del Cautín fue el revuelo causado por el asesinato del cacique amigo Domingo Melin, de los Sauces.
A ese revuelo se refiere la siguiente carta del Gobernador del Territorio don Hipólito Beachumin [sic] al cacique Coñuepan.
“Angol, Marzo 1° de 1880.
Con motivo de los rumores que circulan de haber sido muerto el cacique Domingo Melin y algunos otros indígenas de su familia o de su reducción, se me dice que se han esparcido alarmas entre las distintas tribus del territorio, y hasta se me ha llegado a asegurar que se ha hecho creer a los indígenas que el Gobierno ha dado orden de exterminio en contra de todos o, por lo menos, que ha consentido en que tales crímenes se lleven a cabo.
“Como mi mando aquí no es solamente para cuidar de las vidas e intereses de los civilizados, sino principalmente para velar por los intereses y seguridad de los indígenas entregados a relaciones de comercio con españoles, entre los cuales hay muchos perversos y criminales, me apresuro a escribirte como lo hago con los demás Caciques, para hacer cesar toda desconfianza en el Gobierno y para que me ayuden a descubrir a los autores de los asesinatos, pues estoy dispuesto a castigarlos severamente.
“Si la muerte de Melin es efectiva, como me aseguran, conviene que ustedes hagan las más completas averiguaciones mandándome decir lo que descubran y fijándose mucho si este Cacique tenía algunos enemigos entre los españoles y los mismos indígenas, pues no comprendo como es que ahora vienen a matarlo, sino es por alguna venganza de algún agravio o hecho recién. La autoridad desea descubrir algo, porque no quiere dejar sin castigo la muerte de un indio amigo, con quien estaba ahora en las mejores relaciones, habiendo olvidado los agravios pasados.
Le recomiendo que se fije mucho en los consejos que puedan darles los falsos amigos o los que quieren vivir de revueltas, pues estos procurarán convencerlos, como veo que tratan de hacerlo de que es el Gobierno el que quiere hacerles mal, por el fin de que haya alzamientos, salteos y robos para poder sacar las ventajas que no obtienen hoy estando tranquilos. La guerra no les conviene sino a los que no tienen nada que perder y que sufrir.
“Te encargo que esta carta destinada a restablecer la confianza, la muestres en mi nombre a todos tus amigos y Caciques vecinos, haciéndoles las mismas recomendaciones que te dejo escritas. Te saluda tu Comdte. y amigo.- H. Beauchumin [sic].- Al Cacique Dn. Venancio Coñuepan.
La muerte de Melin es una larga historia en la cual desgraciadamente, los araucanos tenían toda la razón. Por particular ambición a sus tierras, se le sometió a aquel traicionero sistema de eliminación denominada “encaminar”. Los indios supieron toda la verdad y se alzaron temerariamente.
A ello se refiere esta otra carta a Coñuepan.
“Angol, Marzo 6 de 1881.
S.D. Venancio Coñuepan.- Pihuchen.
Estimado amigo:
En Lima supe lo que estaba pasando y en el acto he venido para ayudar a los amigos. Aquí estoy y quisiera hablar contigo en Lumaco o con algún correo de tu confianza, sino puedes venir. Ojala que viniera Domingo. (1)
“Desde luego te diré que no se dará un paso más a cerca de tu Huitralmapu (2) y que por mi no se llevó a cabo el fuerte que el Gobierno pensó hacer en Traitraico (2) donde vive Lemunao, pues mientras yo viva y mande, no se dará un paso para su huitralmapu, si es que estos están sosegados cuidando sus familias e intereses.
“Te prevengo que si estás apurado como se lo han dicho, y necesitas que te proteja, avísamelo y en el acto me tendrás allá con 500 o 1000 hombres, pues lo que yo deseo es que siempre seas tu, cacique tan respetado como lo fue el difunto Coñuepan tu tío, que fue tan patriota y amigo del Gobierno.
“Ya te he dicho que vengo a protegerlos y lo haré con el mayor gusto, porque Ustedes son mis verdaderos y buenos amigos; y jamás permitiré que nadie ven (…)

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