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10-07-1933

¿Son los araucanos representantes de una cultura?

Impresiones sobre la conferencia dictada por don Carlos Isamit en el Grupo Chopin de esta ciudad.

Debemos empezar confesando paladinamente nuestra absoluta ignorancia y nuestra incredulidad acerca de la existencia de una cultura representativa en nuestros aborígenes. Nos referimos a la cultura ancestral que significa ejecutoria en el blasón de un linaje, no a la cultura refleja que el andar de los años imprime en toda raza que se ve circundada por un ambiente superior. Esa incredulidad nos hizo llegar con cierta prevención a escuchar la Conferencia que sobre folklore musical araucano dictaba don Carlos Isamit.
La sala está en silencio. Hay un reducido grupo de personas que parece interesarse vivamente por la disertación. Si nuestra mirada no tropezara de vez en cuando con algún rasgo inconfundible de mestizo, nos creeríamos en un hermético cenáculo intelectual santiaguino. El señor Isamit dice un exordio breve y entra en tema, leyendo su conferencia que ilustra con los apuntes directos de su libreta de viajero. Hay en este recurso un positivo efecto que renueva el interés por el calor de sinceridad de estos apuntes, escritos al resplandor del fogón o a la sombra del árbol que en frente de la ruca hace de sombreadero o de palenque.
El señor Isamit nos habla de una cultura propia de la raza araucana, de una de cuyas gamas se ocupara ahora. Aborda el tema musical y nos pasma al decirnos que él ha recogido unas ciento cincuenta canciones en sus vagancias de mar a cordillera: canciones para hacer bailar a los niños, canciones de solteras, canciones de la trilla, canciones de la chueca, canciones de las machis, canciones para hacer dormir al niño…ilustra, leyendo en idioma indio, y traduciendo luego, los versos de estas canciones y haciendo ejecutar al piano su extraña música melódica. Quedamos abismados de la enorme poesía que fluye de estas composiciones simples, primitivas, que barajando cinco notas y ocho o diez palabras hacen un poema al buey, un canto de amor, un exorcismo sobrecogedor, o una canción de cuna.
Escuchamos con religiosidad una de estas berceuses; es dulce, suave, cloroformante. Nuestro organismo se deja penetrar y una desmadejada laxitud abate nuestros nervios y nos parece ver que muchas cabezas se han curvado al recuerdo de la voz que exorcizan o invocan. Y hay una estrecha concordancia entre la frase musical y la frase hablada que nos hace pensar en que una extraña unidad de arte ha inspirado esta música y en que un fondo innato de sensibilidad existe en esta raza que nunca despertó nuestra curiosidad.
Pero como toda incursión espiritual no es sino una puerta que se abre hacia ilimitados campos que deseamos andar, hoy hemos inquirido de personas profundamente conocedoras de la raza aborigen, datos más amplios sobre esta interesante faceta de su cultura y tenemos el sentimiento de haber oído opiniones que son un chorro de agua fría sobre el suave calor despertado en nuestro orgullo de chilenos por el señor Isamit. Todo lo que el señor Isamit nos dio a conocer, se nos dijo, no representa sino la influencia que en el ambiente gris de la raza ha ejercido la civilización exótica. Todo es nuevo, contemporáneo; hace cuarenta años no existía música indígena, ni poesía indígena. El indio sólo mascullaba con un cansado monorrimo su anhelo de varón, con frases simples y directas, en que no intervenía ni la gloria del sol, ni el florecer de los pastos, ni el titilar de las estrellas.- “Yo te quiero, vente conmigo, tengo vacas ganados, tierras que cultivar y un buen caballo atado en ese monte…”
Pero de las revelaciones del señor Isamit queda existente algo que es profundamente consolador: la infinita ternura maternal de nuestra india, que busca, para el hijo, corazón de huemul, para que el hijo sea dulce, como el huemul, tierno como el huemul y acaso tímido, como el huemul…
Y lo descorazonante para nosotros es que nuestro craso desconocimiento de la cultura indígena, no nos permite discernir y nos quedamos preguntando: ¿existe entre los araucanos una cultura autóctona?
Esperamos que alguno de los representantes genuinos de la raza, que haya logrado encimar el nivel de su ambiente, nos saque de esta duda.
E.A.B.

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